jueves, 8 de noviembre de 2007

¿La demoracia o las calles?, por Erick Fajardo

Evo Morales y Álvaro García Linera se han propuesto empujar al país a la confrontación en las calles. Igual que hicieran en enero de 2007, cuando convocaron al sitio de Cochabamba y a derrocar a la autoridad legítimamente constituida, el Vicepresidente azuzó ayer, de forma sutil, pero clara, a la toma de tierras y la confiscación de la propiedad privada, corroborando que su génesis política lo excluirá hoy y siempre de la opción por la democracia, y el pensar en una Bolivia para todos. Álvaro habla de que el “boicot” y “secuestro” de la Constituyente por las minorías, “liberaría” a las mayorías a volcarse a la radicalidad y amenaza con un torrente de descontento en las calles contra esos que habrían hecho fracasar el magno escenario. Pero Álvaro olvida —o pretende que olvidemos— que fue la incapacidad del MAS de llegar a consensos lo que determinó que la Asamblea Constituyente concluyera su tiempo de mandato sin resultados; olvida que los últimos seis meses la Constituyente fue el resultado de una reanimación fallida, un cuerpo sin vida, apestado de ilegitimidad y manipulado por el Poder Ejecutivo. La Asamblea lleva muerta medio año, pero sigue insepulta y si su cadáver sufre de cautiverio, si alguien se resiste a dejarla descansar en paz, ése es Evo Morales, quien ante la imposibilidad de controlar las decisiones del cónclave creó un organismo interventor para imponer decisiones totalitarias . Ese comité multipartidario permitió la injerencia directa del oficialismo en el poder constituyente. Este organismo exógeno, que reclutó a lo más emblemático de la partidocracia tradicional, pretendía llevarse los restos de la extinta Constituyente fuera de Sucre, donde no hubiera resistencia al único propósito de fondo de este Gobierno: lograr incluir el mecanismo para la reelección indefinida de Evo Morales en la nueva Constitución Política del Estado. Pero el Comité suprapartidario, interventor de la Constituyente, fracasó y Evo Morales entró en pánico. Por eso, viendo comprometido su proyecto de prorrogarse indefinidamente, trata de volcar la definición del destino del país a las calles, donde espera imponerse por la vía violenta. Evo quiere seguir siendo Presidente, pero ha demostrado carecer de la mínima capacidad para gobernar. Cuando el país recibe mejores dividendos que nunca por sus recursos estratégicos, el pueblo está sumido en la escasez de alimentos y carburantes. Pero la opción indeclinable del pueblo boliviano por la vía democrática augura también un nuevo fracaso de Evo y Álvaro en el intento de empujar al país a una resolución por la vía violenta. Existen aún —lo ha planteado el Prefecto de Cochabamba— opciones democráticas para salir de la crisis, como una nueva elección de constituyentes o incluso un referéndum revocatorio-ratificatorio del mandato de las autoridades. Al reconocer el fracaso de ese comité interventor, García Linera le restituyó de manera póstuma su soberanía a la Asamblea Constituyente y frente a la salida por el desastre, Bolivia está convocada a una resistencia pacífica y propositiva.

*Dirigente de Alianza de Unidad Nacional

En un estado históricamente híper presidencialista, las universidades públicas, las prefecturas, las municipalidades, fueron reductos naturales de la democracia.
La autocracia sometió esos reductos, pero otros surgieron. La consistencia ideológica, el confinamiento, el exilio, son nuestros nuevos reductos. Desde ahí resistimos, urdimos, aguardamos, la hora de dar de nuevo batalla, el tiempo de recuperar la democracia.

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