Erick Fajardo Pozo*
La constatación viva del fracaso político de Evo Morales y su mayor dolor de cabeza se llama Manfred Reyes Villa. Y con razón. Desde 1993 Reyes Villa ha consolidado la institucionalidad descentralizada cochabambina en la antítesis práctica de una izquierda agorera del desastre estatal; encarnando en 2005 una dolorosa derrota en el bastión del MAS que deslució la victoria nacional del “proceso de cambio”; y consolidándose en 2006-2007, desde una estratégica gobernación, en dirección política de la resistencia emergente al régimen del MAS.
Por eso, el proceso administrativo interno iniciado días atrás contra Manfred desde el Ministerio de
Ni el Ministerio Público ni el Poder Judicial se prestaron hasta hoy a las presiones oficialistas para enjuiciar e “inhabilitar” a Manfred y
Durante los dos últimos años Evo planteó ante
Lo cierto es que, después de sindicarlo de sedición, conspiración y genocidio, resulta bochornoso terminar ajusticiando a Manfred en el Ministerio de
Resulta patético que, a falta de un Ministerio Público o un Poder Judicial que se preste a liquidar a su enemigo político, la causa contra Manfred se haya abierto por resolución del CONALCAM. Lo burdo es que el mismo Quintana deba hacer de fiscal y de juez sumariante; lo grosero es que el interventor Puente presione y haga uso indebido de influencias sobre
Y es que la negativa de Reyes Villa a someterse al revocatorio no estaba en los planes del Gobierno y sus coaligados. Ahora, con Evo jugando contrarreloj y con los plazos electorales corriendo, el miedo al capital político acumulado por Manfred en su resistencia principista al 10 de agosto se incrementa en Palacio Quemado.
Conforme la falta de vocación de poder de los caudillos regionales y el entreguismo de la derecha han decantado el escenario político de falsas expectativas, las opciones se reducen y la intranquilidad de Morales crece. Los errores se multiplican, los ataques se tornan más torpes y su derrota cualitativa frente a Manfred se hace más evidente.