miércoles, 22 de octubre de 2008

Manfred: La asignatura pendiente de Evo


Erick Fajardo Pozo*


La constatación viva del fracaso político de Evo Morales y su mayor dolor de cabeza se llama Manfred Reyes Villa. Y con razón. Desde 1993 Reyes Villa ha consolidado la institucionalidad descentralizada cochabambina en la antítesis práctica de una izquierda agorera del desastre estatal; encarnando en 2005 una dolorosa derrota en el bastión del MAS que deslució la victoria nacional del “proceso de cambio”; y consolidándose en 2006-2007, desde una estratégica gobernación, en dirección política de la resistencia emergente al régimen del MAS.

Por eso, el proceso administrativo interno iniciado días atrás contra Manfred desde el Ministerio de la Presidencia – después de haber intentado por más de dos años “lincharlo” judicializando la política y presionando sin resultados a jueces, fiscales y auditores para encausarlo – no es sino la constatación última del fracaso político del MAS en su obsesivo afán de liquidar a su Némesis.

Ni el Ministerio Público ni el Poder Judicial se prestaron hasta hoy a las presiones oficialistas para enjuiciar e “inhabilitar” a Manfred y la Contraloría General de la República no cedió a los intentos de influenciar cambios en su fallo sobre la auditoría a su gestión prefectural. Así, no le quedaba a Evo Morales sino consumar él mismo la ejecución política de Manfred, forzando la más insostenible de las acusaciones que el Gobierno ha lanzado contra el ex prefecto.

Durante los dos últimos años Evo planteó ante la Fiscalía General de la República varias proposiciones acusatorias contra Manfred: Lo acusó de haber perpetrado su propio intento de derrocamiento el 11-E; lo acusó de sedición por no someterse a su fraudulento referéndum y finalmente acusó de incumplimiento de deberes, al único prefecto que ejecutó el 100% de su presupuesto en la historia de Cochabamba. Fracasó. No hubo fiscal, juez o auditor que se prestara y ninguna de esas acusaciones prosperó.

Lo cierto es que, después de sindicarlo de sedición, conspiración y genocidio, resulta bochornoso terminar ajusticiando a Manfred en el Ministerio de la Presidencia, usando de verdugo al mismísimo Quintana y por un proceso de adquisición de vehículos que, además de probadamente transparente, no pasó por decisión o firma de Manfred en ninguno de sus pasos administrativos.

Resulta patético que, a falta de un Ministerio Público o un Poder Judicial que se preste a liquidar a su enemigo político, la causa contra Manfred se haya abierto por resolución del CONALCAM. Lo burdo es que el mismo Quintana deba hacer de fiscal y de juez sumariante; lo grosero es que el interventor Puente presione y haga uso indebido de influencias sobre la Contraloría, para que altere su fallo sobre la compra de vehículos.

Y es que la negativa de Reyes Villa a someterse al revocatorio no estaba en los planes del Gobierno y sus coaligados. Ahora, con Evo jugando contrarreloj y con los plazos electorales corriendo, el miedo al capital político acumulado por Manfred en su resistencia principista al 10 de agosto se incrementa en Palacio Quemado.

Conforme la falta de vocación de poder de los caudillos regionales y el entreguismo de la derecha han decantado el escenario político de falsas expectativas, las opciones se reducen y la intranquilidad de Morales crece. Los errores se multiplican, los ataques se tornan más torpes y su derrota cualitativa frente a Manfred se hace más evidente.


En un estado históricamente híper presidencialista, las universidades públicas, las prefecturas, las municipalidades, fueron reductos naturales de la democracia.
La autocracia sometió esos reductos, pero otros surgieron. La consistencia ideológica, el confinamiento, el exilio, son nuestros nuevos reductos. Desde ahí resistimos, urdimos, aguardamos, la hora de dar de nuevo batalla, el tiempo de recuperar la democracia.

Compartir