De ahí que personalmente desahucié las
posibilidades de cualquier comisión legislativa que pretendiera indagar los crímenes
políticos del gobierno de Morales, en tanto dicha instancia estuviera conformada,
aun de manera parcial, por diputados que fueron electos y directos operadores
del régimen cocalero.
Para contrapuntear con una interesante columna
de prensa, referida a las actitudes mafiosas traficadas a la práctica política por el gobierno del MAS (EL DIARIO, 05/18/14),
es necesario apostillar las analogías entre la realidad boliviana y la insigne obra
de Mario Puzzo sobre las mafias ítalo-americanas.
La columna en cuestión advierte tras la deserción
de la Comisión de la Verdad y Justicia de los diputados Fabián Yaksic (MSM) y
Rebeca Delgado (MAS) presiones de orden mafioso, similares a las que el Clan
Corleone – protagonista de la obra de Puzzo – operó en la Nueva York del siglo
pasado para mantener una campana de silencio e impunidad en torno a sus crímenes.
Y sin duda la asociación entre los
diputados desertores y el célebre “Caporegime” de los Corleone, Francesco
Pentangeli (o Frankie “Five Angels”), que deserta y traiciona a “la familia” al
erróneamente creerse condenado a muerte por “il capo di tutti capi”, es una analogía
inmejorable.
Igual que Frankie “cinco ángeles”, Delgado
y Yaksic fueron obsecuentes operadores políticos del gobierno, durante una de
las épocas más tenebrosas del “régimen del terror” cocalero: El aplastamiento
de la insurrección autonómica regional contra el centralismo. Yaksic y Delgado
defendieron desde cargos gubernamentales e hicieron apología de la ocupación militar-cocalera
en las regiones opositoras entre enero de 2007 en Cochabamba y septiembre de
2008 en Santa Cruz, acusando de separatismo a los dirigentes de las regiones
que sufragaron por descentralización político-administrativa.
De la mano del entonces ministro Juan Ramón
Quintana, Yaksic comando “in situ” la ocupación militar de Cochabamba y el
asedio al Gobierno Departamental que terminaría con el incendio del palacio
prefectural. Luego, a razón de esa guerra intestina que consume a este y a todo
gobierno que ha logrado el monopolio del poder, ambos se sintieron demás dentro
su propia estructura, se desentendieron del gobierno y se declararon “opositores”.
Ejerciendo ya no el encubrimiento
legislativo sino el rol de fiscalización, ambos se chocaron con las visibles
incongruencias y arbitrariedades del caso terrorismo y terminaron conformando una
comisión que reveló no sólo cómo el gobierno urdió una impostura canalla para
legalizar su cacería de la oposición, sino además el andamiaje jurídico-político
que operó esa cacería y que le dio camuflaje legal al más grande caso de violación
de derechos humanos desde las dictaduras militares.
Ya frente al Congreso y en interpelación al
ministro de Gobierno, ambos diputados sufrieron un repentino ataque del “síndrome
Pentangeli”, renunciando ambos 24 horas después a una comisión que visibilizo
la intervención de la justicia y su domesticación para la cacería a la oposición.
Recuerdo bien al consigliere de los Corleone,
el irlandés Tom Hagen, reflexionando a Pentangeli sobre sus opciones para
enmendar sus infidencias sobre “la familia” al FBI, dejando claro que el
suicidio era su única puerta. Le habrá tomado menos que eso a García Linera
recordarle a su abogada de cabecera desde hace más de dos décadas, que ella y el
ex Viceministro de Descentralización Yaksic fueron demasiado protagónicos de la
farsa sobre separatismo, como para serruchar las vigas del escenario, sin auto
inmolarse en el corto plazo.