lunes, 13 de abril de 2009

Secundo la moción de García Linera


Álvaro García Linera está en lo cierto y hay que tomarle la palabra rápidamente, antes que entre en conciencia de que, en un lapsus de honradez intelectual, acaba de plantear la tarea más importante de cara a la transparentación del padrón electoral comprometida por el presidente Morales: La renovación del órgano electoral.

El fin de semana García Linera habló de poca confiabilidad, partidización y cuoteo de las cortes electorales e incluso aseguró a un diario nacional “…que no cuentan ahora con el personal idóneo, elegido por consenso, para llevar adelante el proceso de reempadronamiento en el país” (cf. La Razón 12/04/09).

No puede pensarse en un verdadero proceso de saneamiento de los instrumentos electorales que no pase por necesidad por un cambio de las estructuras de administración electoral. Reitero, lo ha reconocido el mismísimo García Linera y hay que hacérselo cumplir.

Porque, a escasas horas de haberse reinstalado la sesión congresal que definirá el régimen electoral, es muy probable que la esmirriada oposición ceda a la tentación de aprobar ese bodrio inconstitucional que es la Ley Electoral Transitoria a cambio de una pírrica concesión: el compromiso presidencial de un nuevo padrón biométrico; dejando pasar un tercer proceso electoral sin condiciones mínimas de transparencia y poniéndolo en manos de la misma administración electoral que operó en condiciones de inconstitucionalidad e inequidad el revocatorio de 2008 y el constitucional/dirmidor de 2009.

Aceptar la reinscripción total de ciudadanos a un nuevo padrón, es apenas un principio de solución. Nos proveerá de un instrumento transparente y creíble para conocer la verdadera voluntad de los bolivianos, sin distorsiones ni fantasmas que devalúen el voto del soberano. Pero una vez con la cancha rayada de manera simétrica, con el arco del mismo tamaño para todos y con el marcador en blanco, sin nadie con un gol de ventaja antes del partido, lo siguiente es garantizar un árbitro imparcial.

Porque de nada serviría tener reglas iguales e instrumentos nuevos si el administrador volverá a contaminar ese nuevo padrón como lo hizo con el anterior permitiendo la carnetización en casas de campaña del MAS; la suplantación y la usurpación de la identidad de varios compatriotas; el desarrollo del proceso bajo condiciones de coerción en el área rural; y – sobre todo – validando resultados electorales fraudulentos, como el caso de algún prefecto que de acuerdo a la Ley del Referéndum fue revocado, pero que sin embargo recibió certificado de ratificación por la Corte Nacional Electoral.

Por eso, encaminar operativamente esta solución, esta transparentación que ha comprometido el gobierno nacional, pasa insalvablemente por la renovación de la Corte Nacional Electoral. Lo otro, confiar a Exeni y su equipo el proceso de reempadronamiento y el manejo del nuevo proceso, sería darles la carne a los lobos para que la cuiden.

Exeni es parte del problema y no parte de la solución. No se le puede encargar el nuevo padrón al responsable de que el órgano electoral haya perdido absoluta independencia, criterio de constitucionalidad y capacidad de autorregulación.

El presidente le ha abierto la puerta a la solución y el vicepresidente ha fijado la tarea inmediata, y así, quedarse la oposición con el padrón y olvidar que ha sido la CNE la que ha actuado en inconstitucionalidad, sin independencia y con parcialismo equivaldría a aceptar que se cambie de cancha cuando el problema es el árbitro.

Por eso celebramos que la clase política nacional haya asumido finalmente la línea de “responsabilidad política antes que cálculo electoral”, planteada por Cochabamba en julio de 2009, cuando el prefecto Reyes Villa declinó, sin reparar en costos, de participar en el referéndum revocatorio y el referéndum constitucional, exigiendo una administración transparente del proceso y reglas iguales para todos.

En esto debemos ser claros con los representantes congresales: no se puede empujar al país a un tercer proceso bajo condiciones de intervención en el poder electoral. Confiarle la reinscripción del nuevo padrón a quienes han instituido el fraude, sería renunciar a darle a una solución integral al problema. Para reinscribir el padrón se hace necesario cambiar de autoridades electorales. No hay nada más claro que eso.

El pez muere por la boca. Tomémosle la palabra a García Linera, aceptemos el desafío del jacobino y procedamos a despolitizar el órgano electoral. La salida de los vocales de la Corte es un componente sine qua non de cualquier solución congresal al tema del Régimen Electoral de Transición.

En un estado históricamente híper presidencialista, las universidades públicas, las prefecturas, las municipalidades, fueron reductos naturales de la democracia.
La autocracia sometió esos reductos, pero otros surgieron. La consistencia ideológica, el confinamiento, el exilio, son nuestros nuevos reductos. Desde ahí resistimos, urdimos, aguardamos, la hora de dar de nuevo batalla, el tiempo de recuperar la democracia.

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